Bueno y ¿como afecto esto a la Peninsula Iberica?, normalmente vamos a nuestra bola, y el tiempo se comporta de manera diferente a la Europa transpirenaica.
Saludos.
A continuación cito un texto de Inocencio Font Tullot sacado de su obra: Historia del Clima de España.
En el conjunto de la Península, el siglo XIX resultó ser climáticamente un tanto más voluble que el siglo XVIII; no obstante, la sucesión de fases frías y cálidas estuvo bien marcada, siguiendo una pauta que con respecto a la Europa transpirenaica presenta notables discrepancias tanto coronológicas como en sus respectivas características. Aunque menos claramente marcadas, estas fluctuaciones climáticas también se hicieron notar en la pluviosidad, pero con un comportameitneo inverso entre las vertientes atlántica y mediterránea, lo que con mayor o menor claridad, constituye una característica actual del clima peninsular: Mientras en la vertiente atlántica las fases cálidas, marcadas por la suavidad de sus inviernos ssuelen distinguirse por su pluviosidad, y las frías por la mayor frecuencia de las sequías, es corriente que ocurra lo contrario en la mediterránea, donde el que un año resulte lluvioso o frío depende, fundamentalmente, de la mayor o menor presencia de las depresiones frías en altura, siendo precisamente durante las fases frías cuando las condiciones de la circulación general de la atmósfera suelen ser más propicias para el origen de las "gotas frías".
La recuperación térmica, al igual que en el resto de Europa, se inicia a partir del año 1790 y se mantuvo hasta finales de la tercera década. Se distinguió por inviernos suaves y veranos, en su mayoría, calurosos. No se tienen noticias de que en estos años se registrasen intensas olas de frío, ni tampoco de heladas o nevadas extraordinarias, con la excepción de las acaecidas en las cosdtas malagueñas durante el mes de enero de 1806, en las que llegó a nevar. Fueron varios los veranos en los que en Madrid se alcanzaron o superaron los 35º, como el dia 1 de agosto de 1801 (35,8ºC) y sobre todo en el verano de 1818 en el que por causa del calor muchos teatros de la capital se vieron obligados a cerrar durante muchos días seguidos.
Aunque en la década de 1810 a 1819, al contrario de lo sucedido en la Europa Occidental, donde los fríos fueron muy intensos, prevaleciesen en la Península los inviernos suaves, tuvo de común con Europa en que varios veranos se distinguisen por su insólita frialdad. También en la Península hubo algún "año sin verano", como el de 1817 en que en Madrid la temperatura máxima registrada el 3 de Agosto fué de sólo 24,3º. El invierno de 1819-1820, se distinguió por ser el más riguroso.
El año 1829 marcó el cambio brusco hacia una nueva fase marcada por la frecuencia de intensas olas de frío invernales y de fuertes olas de calor en verano. A mediados de Diciembre tuvo lugar una intensa ola de frio continental que irrumpió por el norte peninsular dando lugar a que se helase el Ebro a su paso por Tortosa, así como también numerosos ríos del interior, principalmente en la meseta norte.